Las paredes tienen oídos y la política tiene dientes
Los chismes
y charadas en el barrio fueron el común denominador de mi niñez. Las
palabrotas, los chistes de mal gusto y los comentarios fuera de lugar. Esas
eran las formas y esos fueron los modos. Viene a mi mente una expresión siempre
usada por mi madre ante esas expresiones parvularias de inmadurez: “Silencio
que las paredes tienen oídos”. Hoy puedo confirmar, y de hecho todos podemos,
que efectivamente las paredes tienen oídos; o bueno, al menos no sabemos en qué
momento nos pueden estar escuchando. La última semana electoral del país está
marcada por un hecho (in)esperado que desnudó la forma de hacer política de una
campaña a la presidencia: los Petro vídeos, tema de meriendas y charlas de pasillo,
hoy invaden las redes sociales y los noticieros. La discusión por la ética en
las campañas y la legitimidad de la “política del amor” parece quedar en
entredicho, pero así son las cosas. Así se hace política. No deberíamos pues
juzgar ingenuamente las palabras de Roy Barreras, ni esperar acaso una “charla
amorosa” en medio del juego político. Es un juego de ajedrez. Una casa de cartas, como la serie.
Las
palabras de mi madre sin dudas son certeras: nunca sabremos cuando algún
miembro de la policía o el DAS nos esté espiando. Nunca sabremos tampoco
quienes nos estén chuzando los teléfonos, ni quienes vigilan nuestras redes
sociales. Sin duda resulta irónico que el ya varias veces chuzado Gustavo Petro
sea quien deba salir a dar explicaciones cuando claramente se estaba violentando
el derecho a la reunión de él y su equipo político. Su privacidad quedó al
descubierto por un actuar ilegal, y algunos medios se encarnizan en buscar el
clip indicado para hundir las aspiraciones presidenciales del político costeño.
Algo quisiera aclarar: para mí, es indefendible la forma como Barreras se refiere
a sus adversarios políticos. No podemos estar pregonando el “vivir sabroso”
cuando queremos ‘destruir’ la campaña del adversario. No me parece ético y está
lejos de demostrar lo que pretendo que sea la democracia en nuestro país. Sin
embargo, sería ingenuo y simplista pensar que las otras campañas no han hecho
lo mismo. Por eso es comprensible, porque hemos visto como el fantasma del castrochavismo
ya ganó unas elecciones. Aspiro, aunque sea un sueño utópico, que podamos hacer
política de otra forma en el futuro, quizás con más dialogo, quizás con más propuestas
y menos sensacionalismo.
Así como
María Jimena Duzán se refería a lo profundo de la política como la carne para hacer
salchichas, hoy podemos decir que la política tiene dientes y que, como lo
muestra Rodolfo Hernández, el pez muere por la boca. Las vergonzosas salidas en
falso del político piedecuestano y su historial delictivo torpemente oculto nos
dejan una cosa clara: es la persona menos indicada para ser presidente. Ya ni
siquiera es necesario recurrir a los videos en donde insulta a la Virgen María
ni a sus declaraciones en contra de las periodistas. Hernández se ha encargado,
por sus propios medios, de ser su peor enemigo. De ser un verdugo que niega sus
vinculaciones con Vitalogic y otros casos de corrupción. De ser quien directamente
se proclama como inexperto, torpe, negligente e ignorante. Sin conocer Vichada
y sin saber quién es Adolfo Hitler, este señor aún conserva aspiraciones
presidenciales. Al menos, hoy por hoy, sabemos que el peor enemigo de Hernández
resulta siendo él mismo.
Así las cosas,
nos quedan siete días difíciles. No se nos haga extraño que Semana saque otros
videos sobre el financiamiento de la campaña de Petro, o que abiertamente políticos
locales empiecen a mostrar su apoyo a Hernández. Advierto que se viene lo peor.
Tampoco se extrañen si Hernández sigue metiendo la pata con sus declaraciones,
ni se nos haga raro si en esta semana sale un audio en donde sus ex empleados
lo acusan de acoso laboral o de comentarios misóginos o machistas. Nada debería
extrañar. Solo les recomiendo que tengan cuidado con lo que hablan sobre
política, no solo porque las paredes tengan oídos sino porque cada día estamos
más divididos y estresados por el tema. Esperemos que las elecciones lleguen en
paz y que menos políticos nos muestren los dientes.
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