Augurio
AUGURIO Cada noche, en mi habitación, aparecen tres demonios. Ante su presencia me congelo, lloro y, la mayoría de las veces, rezo para que me dejen en paz. No se van, permanecen en mi casa y permanecen en mí. Papá anda lejos. Su trabajo lo obliga a viajar por periodos extensos. Lo extraño mucho, pero es mejor que esté lejos. Mamá está cansada. Debe hacerse cargo de Christian y de mí; y al menos ahora yo puedo ayudarle con mi hermanito. La abuela vino a vivir con nosotros hace un tiempo, está demente o algo así. Se lo escuché a mi mamá cuando hablaba por teléfono con Darío, su hermano. - Mamá, ¿puedo comer más cereal? - No, Alejandra. Vete a recoger tu bolso o llegarás de nuevo tarde al liceo. Los martes mi mamá me lleva al colegio. Me persigna, me da dos o tres billetes y me da un beso en la mejilla. Me revisa las medias, la altura de mi falda y si llevo los cuadernos correctos en mi bolso. Da media vuelta y se va. Antes de cruzar la esquina e irse, se regresa y me tir